Cómo atacar un tanque de guerra

Por Ricardo Quezada.

Como la flama en una antorcha,  la pintura anaranjada ardía en la punta del pincel sostenido por una mano pequeña; luego con  un movimiento delicado y grácil, el arma transformadora besó por primera vez la superficie lisa y fría de la lámina de hierro que componía el caparazón de la máquina, haciéndola perder su falso estado inmaculado y trabado en el tiempo.

First Strokes. Photo By M.Cooper.

Con más energía que la de cualquier explosión, una pequeña línea bastó para romper una tarde del 21 agosto de 1991 que había quedado preservada en para la posteridad en la forma de un tanque de guerra y lo arrebató de vuelta al presente, a la nación reconstruida que celebraba 100 años de libertad, a la Estonia independiente.

Painting on the tank- Photo by M. Cooper.

Testigo de incontables atardeceres dorados, la máquina recibió su primer tratamiento de la nueva realidad para separarse del pasado y abrir paso al futuro. Pronto otro trazo interrumpió el verde olivo del camuflaje haciendo a la máquina más visible y expuesta. Inevitablemente más colores revolotearon en su lomo metálico, dirigidos por muchas manos pequeñas que lo tomaban por asalto revoloteando a su alrededor como golondrinas reclamando un árbol.

 

Tank 3 Photo By Yoshi Travel

Las líneas dieron pasos a formas, figuras y nombres, en pocas horas una revolución multicolor llenó cada recoveco y pliegue de blindaje. Cuando el sol comenzó a caer con pereza en el horizonte, las risas colmaron el parque infantil y los niños se montaron sobre la bestia militar con el rostro ingenuo lleno con la auténtica felicidad que regala la esperanza de la juventud. Su Temprana edad no les permitió entender en ese momento su conquista, pero para sus padres, quienes los acompañaron en la empresa y los ayudaron tomándolos por la cintura para subir al armatoste, llenar el campo oliva del tanque con tonos disparatados significaba mucho más, el regalo de sus hijos no solo era su felicidad, era la confirmación de que vivían en un país libre.

Ellos, los que vivieron en una Estonia diferente donde las voces no tenían eco y el color de las ideas palidecían ante la opresión, eran los padres y los abuelos de la nueva generación y en sus sonrisas cansadas se percibía una felicidad aun infantil, tal como lo vivieron hacía poco más de 20 años cuando sus manos se entrelazaron con las de un millón y medio de personas para formar la cadena Báltica que recorría Lituania, Latvia y Estonia con la esperanza de atraer suficiente atención y poner en la mesa la situación de las repúblicas hermanas del Báltico.

La acción de personas entrelazadas a lo largo de 600km sirvió para levantar la voz del pueblo y contribuyo a los sucesos que provocaron que la presión política de la perestroika contra el conservadurismo comunista fraguaran la  noche del 19 de agosto en Moscú cuando se convocó al golpe de estado que buscaba eliminar el deseo de libertad de los estados comunistas.

The Baltic Chain, photo from Estonian Popular Front www.rahvarinne.ee/

Mientras en la capital, el eco de Moscú, una estación de radio era tomada por la KGB, fueron los civiles quienes corrieron la voz sobre el golpe de estado y más importante la noticia de que una columna militar se dirigía hacia la frontera occidental de la URSS. Unidades del ejército tomaron las carreteras y las calles de los países hermanos del Báltico. Con la caída de la noche,  puntos estratégicos de Latvía y de Lithuania como las antenas televisivas y de radio habían caído en posesión del ejército ruso pero en Estonia, un puñado de ciudadanos armados con valor para defender la democracia, se atrincheraron en la torre de Tallin, un titán de 314 metros de altura que fue creado para transmitir los eventos de vela durante las olimpiadas de Moscú 1980.

Asustados pero con la convicción firme de proteger las comunicaciones de Estonia con otros países fuera del bloque, los civiles colocaron pequeñas cajitas de fósforos para trabar los elevadores e impedir que el ejército pudiera acceder a las instalaciones de la torre. Con el país siendo testigo y varios tanques de guerra esperando en la base del edificio, los héroes estonios resistieron las amenazas del ejército y cuando el golpe de estado fracasó durante noche del 20 de agosto, el supremo consejo de Estonia anunció que serían de nuevo una nación independiente, en ese momento el tanque que reposaba frente a la torre, perdió su propiedad bélica y se volvió un testigo del renacimiento de una nación. Al día siguiente, el golpe de estado fracasó.

Soviet-soldiers-by-the-Estonian-TV-tower-on-20-August-1991.-Photo-by-U.Ojaste

 

20 años después los niños sonríen junto a sus padres mientras le pintan el futuro a su país. Estonia celebra su independencia junto a los locos que emigraron  9,640km desde México para el festival Mextonia. El tanque sigue ahí, en el atrio de la aguja espacial custodiado por un extraterrestre que invita a los niños a tomar posesión de él, porque es suyo, como lo es el suelo negro, el cielo claro y la nieve pálida, suyo es su futuro, sus esperanzas y su orgullo…y la Estonia independiente es su hogar.

Photo by Yoshi Travel
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