[:es]Feliz Centenario a la República de Estonia.
Al calor del amanecer de la segunda guerra mundial, las repúblicas Bálticas Firmaron un pacto de defensa y ayuda mutua con la Unión Soviética. Cuando el conflicto alcanzó su punto más álgido, los territorios bálticos se disputaron entre el bloque nazi contra la cortina de hierro. Tras seis años y un día de guerra, los aliados se declararon ganadores y con ello, la URSS anexó los territorios de Lithuania, Latvia y Estonia.
Pasaron 50 años hasta que un 22 de agosto de 1989, cuando la población cansada de vivir en un país donde las voces no tenían eco y el color de las ideas palidecían ante la opresión, decidieron realizar una acción que llamara la atención de la opinión pública mundial; Más de un millón de personas se tomaron de la mano, realizando una cadena humana que recorrió 600km los tres países.
Con los ojos del mundo observando, en 1991 un bloque conservador socialista intentó frenar las políticas de la perestroika y en un golpe de estado, tomaron Moscú intentando detener las reformas económicas. Tres columnas militares fueron despachadas a Latvia, Lithuania y Estonia, para tomar control de las unidades de comunicación que mantenían al Báltico conectado con el mundo occidental.
Civiles estonios realizaron el movimiento de defensa de la torre de TV de Tallin. Armados con valor utilizaron cajas de cerillos para bloquear los elevadores que daban acceso a la torre. Con el ejército en la puerta y los tanques en la base de la torre, la situación casi alcanza un punto crítico pero se anunció que el golpe de estado había fracasado, con una Moscú ajetreada y un sentimiento nacionalista llenando el corazón, el Consejo Supremo de Estonia declaró que volverían a ser una nación independiente.
En la Torre de TV, los militares desaparecieron pero los tanques fueron dispuestos por los estonios. En conmemoración se dejó un tanque en la falda de los 314 metros de la torre de TV, como un testigo silencioso de la nación liberada. Para el Festival Mextonia varios niños estonios tomaron por asalto el tanque en un ataque lleno de color y alegría, reclamando el derecho a forjar su propia realidad y construir su futuro en una nación donde la libertad está viva.
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In the heat of the dawn of the Second World War, the Baltic republics signed a defence and mutual aid pact with the Soviet Union. When the conflict reached its peak, the Baltic territories were disputed between the Nazi bloc and the iron curtain. After six years and a day of war, the Allies declared themselves winners and with it, the USSR annexed the territories of Lithuania, Latvia and Estonia.
It took 50 years until on 22 August 1989, when the population tired of living in a country where voices were not echoed and the colour of ideas faded in the face of oppression, decided to carry out an action that attracted the attention of world public opinion; more than one million people held hands, making a human chain that traveled 600 km across the three countries.
With the eyes of the world watching, in 1991 a conservative socialist bloc tried to curb the policies of perestroika and in a coup d’ état, they took Moscow trying to stop economic reforms. Three military columns were dispatched to Latvia, Lithuania and Estonia to take control of the communication units that kept the Baltic connected to the western world.
Estonian civilians carried out the defense movement of the TV tower in Tallinn. Courageously armed, they used matchboxes to block the elevators that gave access to the tower. With the army at the gate and tanks at the base of the tower, the situation almost reached a critical point but it was announced that the coup d’ état had failed, with a busy Moscow and a nationalist sentiment filling the heart, the Supreme Council of Estonia declared that they would once again be an independent nation.
In the TV Tower, the military disappeared but the tanks were disposed of by the Estonians. In commemoration, a tank was left on the 314-metre skirt of the TV tower, as a silent witness to the liberated nation. For the Mextonia Festival several Estonian children stormed the tank in an attack full of color and joy, claiming the right to forge their own reality and build their future in a nation where fr
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