Por Ricardo Quezda.
Fotos Gabriel McCormick, Eddgar Torres y Yoshi Travel.
Inicia Festival intercultural de Arte Urbano en la ciudad de Querétaro del 27 de marzo al 15 de abril.
Si en esta temprana edad del siglo XXI pudiéramos hablar de una corriente artística predominante en el mundo, esa sería el arte urbano. El movimiento de plástica monumental, que toma sus influencias del muralismo, el grafiti, las intervenciones públicas y hasta de las más sagaces activaciones publicitarias, ha concretado con su crecimiento la culminación de una idea social que emanó de los valores más profundos de la humanidad cuando se proclamó la revolución francesa en el lejano 1776, concretando el arte como un derecho universal al que toda la población debe tener acceso, el filo más brillante en el arsenal de la democratización y la proliferación cultural.

Hoy en día, este movimiento que si bien tiene sus ponentes y sus detractores, ha evolucionado y encontrado un nicho social mediante su síntesis como herramienta que da voz a los ignorados, levanta con fuerza los mensajes de los preocupados y encuentra su catarsis en la calle, donde los transeúntes pueden ser impactados, motivados y en el más benigno de los casos inspirados y encausados. Gracias a esta última cualidad el arte urbano ha encontrado un nuevo paradigma, el artivismo que convoca a artistas de todo el mundo a tomar las bardas y paredes que componen el panorama de una ciudad para calar en lo más profundo de sus cicatrices sociales y develar uno de los retos a los que se enfrenta la ciudadanía, generando mensajes concisos que les permitan tomar acciones asertivas antes de que sea demasiado tarde y se pase a ser de un reto a una verdadera dificultad para que esa sociedad encuentre progreso y asegure su supervivencia.
Este esquema, de encontrar los elefantes en el cuarto, ha dotado al arte urbano de una capacidad diferenciadora entre las corrientes actuales que predominan en los museos pues, contrario al arte contemporáneo y sus estatutos complejos y letrados, el arte urbano nace de la ramplonería, de lo sencillo, honesto y crudo de las calles, de las latas de aerosol escupiendo pintura a las brochas pasadas por agua y thinner, del camión entonando la canción del ‘panadero con el pan’ a las fiestas del pueblo.

Gracias a esto, el artivismo como ramificación del arte urbano logra conectar con la gente, mejorando la relación vecinal, visibilizando las raíces olvidadas de una nación oprimida o contribuyendo enormemente a la preservación de la vida marina, como lo ha hecho Nueve Arte urbano, en Querétaro y Estonia a través del transgrafiti, o Pangea Seed mediante su artivismo en ciudades costeras de todo el mundo. Como en su momento con el muralismo, México se coloca como uno de los principales exponentes del arte urbano, gracias a distintas iniciativas públicas y privadas pero sobre todo a las enormes ansias y deseos de los artistas, graffiteros, ilustradores, diseñadores y entusiastas que componen la escena nacional del arte urbano. De entre todos ellas y desde hace varios años Nueve Arte Urbano, cuya sede radica en la ciudad de Querétaro, ha logrado establecer un modelo viable para la apropiación positiva de espacios urbanos con causas colectivas.

Tras una compleja misión en Estonia en el año 2017, con el festival de transgrafiti “Mextonia”, Nueve ha regresado a la ciudad que la vio nacer y en conjunto con Pangea Seed Foundation, uno de los principales impulsores del artivismo a nivel mundial, desarrollan el “Festival El Agua es Una” en el Centro Cultural Manuel Gómez Morín CECEQ en la ciudad de Querétaro, con la finalidad específica de generar murales que evoquen las problemáticas del agua en la actualidad y le permitan a los ciudadanos de todo el mundo tomar iniciativa y empezar a impactar de manera positiva su entorno.

Con la participación de más de 16 artistas nacionales e internacionales, el festival entrelaza las cualidades del transgrafiti y el artivismo, desarrollando una serie de propuestas pictóricas que componen una meta obra de arte dentro del edificio cilíndrico cuyo domo sostiene un péndulo de Foucault y que a su interior alberga el museo de Ciencia y Tecnología “El Péndulo”. Como las ondas que se forman cuando una gota rompe la superficie de un cuerpo de agua, el festival busca que el CECEQ sea el epicentro de una revolución consciente en el cuidado y manejo de los recursos hídricos, dicho de otra forma, que los ciudadanos desperdiciemos y contaminemos menos agua al realizar nuestras actividades cotidianas. Con la intención de generar un mensaje que se propague, el festival concentrará sus labores en el CECEQ, creando un ojo del huracán, donde estarán pintando Aaron Glasson, Curiot Tlapazotl, Demencia, Goal, Jason Botkin, Mantra, Nosego, Paola Delfín, Pogo, Renata, Ryper, Sermob, Smithe y Sänk, junto con los maestros pintores Jorge y Fernando Lucio, de donde se desprende la serie de murales afluente encabezados por Saul Torbe, Miguel Valiñas, la Xfamilia, Roco Oñate, Lelo y Root Rises.
